Con menos asistentes de lo esperado y antes de celebrar su última misa en Chile en el Campus Lobito de Iquique, un 18 de enero de 2018, el Papa Francisco enfrentó una pregunta directa que marcó un antes y un después en su pontificado. La periodista Nicole Martínez, que en ese tiempo trabajaba para «Biobío», inquirió, frente a Francisco: «Papa, muy cortito, hay un tema que preocupa a los chilenos, que es el caso del obispo de Osorno? ¿Usted le da todo el respaldo al obispo Barros?». La respuesta fue con molestia: «El día que me traigan una prueba, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia ¿Está claro?».
Fracaso
La declaración cambiaría el rumbo del viaje y la postura completa de su papado. Cuando el Papa Francisco, de nombre Jorge Bergoglio, defendió en Iquique al obispo Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales del exsacerdote Fernando Karadima, al calificar las denuncias como «calumnias» sin pruebas y luego retractarse y tomar acciones para reparar sus dichos, se considera uno de los grandes giros en su pontificado. En su viaje a Chile, que pretendía ser celebratorio y multitudinario, Francisco quería centrar su mensaje en la apertura del Papa a los divorciados vueltos a casar: en su documento Amoris Laetitia. Sin embargo, nada de eso pasó porque los chilenos demostraban su profunda molestia a los casos de abusos de sacerdotes a menores y a personas a las que debían cuidar.
Hasta esa última misa en Iquique, el Papa no había llenado los lugares a los que había ido y esa pregunta, inesperada, fuera de programa, terminó por hacer fracasar el viaje del Papa a Chile. Pero también significó un cambio profundo en la agenda del Vaticano.
Porfía
Nicole Martínez cuenta que no tenía una pregunta planeada y que todo fue inesperado. «En Iquique iba con la misión de encontrarme con el obispo Juan Barros. Pero pasó en un bus y no hubo ningún tipo de acercamiento con él. Me quedé en ese lugar, pasó la expresidenta Bachelet, que tampoco pude hablar con ella. Y después estacionaron el papa móvil justo donde yo estaba», recuerda. «Nos sacaron de ahí, pero yo me quedé porque soy un poco porfiada. Se bajó el Papa de otro auto, porque se tenía que subir al papa móvil, según el protocolo, pero antes empezó a saludar a la gente. Un sonidista que andaba conmigo lo llama y él se acercó. Yo dije primero lo tengo que enganchar con una pregunta blanda para que no se me asuste y se vaya», reconoce. «Le pregunté qué le había parecido Chile y mientras me contestaba pensaba cómo le hago una pregunta corta. Improvisadamente armé una pregunta. De hecho nos estaba dando una bendición y de repente para y contesta eso, que todo es calumnia si no hay pruebas. Puso una cara de enojado y se fue». Martínez añade: «No pensé que mi pregunta tendría el efecto que tuvo».
Derrumbe
El impacto fue inmediato. Víctimas de Karadima como James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo -quienes ya eran reconocidas figuras en la denuncia del encubrimiento eclesiástico- alzaron la voz y desmintieron al Pontífice. La presión pública llevó al Papa a cambiar su postura. Ya en el Vaticano, Bergoglio escuchó las críticas, recibió informes preliminares y decidió enviar a Chile al experto en justicia, el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, quien entrevistó a más de 60 personas y elaboró un informe de 2.300 páginas con evidencias de encubrimiento sistemático en la iglesia chilena.
Reconstrucción
En abril de ese año, Francisco invitó a Hamilton, Cruz y Murillo al Vaticano. Se reunió con ellos individualmente y en grupo, y les pidió perdón por sus «graves equivocaciones». El Papa había llegado a un Chile desencantado con la Iglesia Católica, marcada por los escándalos de abusos. Durante su visita a Chile en 1987, el Papa Juan Pablo II congregó a más de 3 millones de personas en diversas actividades. En contraste, el Papa Francisco reunió aproximadamente 1,6 millones de asistentes en total. La baja convocatoria reflejó esa crisis de confianza: solo el 45% de la población se identificaba como católica.
Playa Lobito
A la playa Lobito se esperaba la asistencia de más de un millón de personas, pero llegaron menos de 90 mil. «Me toco estar en Iquique por la Radio ADN y estaba todo el revuelo, de partida porque no estaba siendo todo lo multitudinaria que se pensó», recuerda el periodista Kevin Felgueras, al que le tocó cubrir la visita. «Fui solo, tuve que llegar en un auto particular al lugar, un terreno baldío en que estaba el Papa». Felgueras estaba junto a la reportera que logró poner en entredicho al Papa, sacó su teléfono y se puso a grabar en el momento preciso. «Subí el video de la pregunta a las redes y quedó la embarrada. Me acuerdo que subí a la carpa de prensa, que estaba llena de periodistas, pero internacionales, que cubrían el Vaticano. El video que grabé salió hasta en la «BBC» (https://n9.cl/z4f80). Fue una locura. Diría que ese momento, que fueron unos 20 segundos, fue lo que marcó la visita del Papa por completo.
Sumado a que después salió una foto de un dron que mostraba que no llegó ni a un tercio del espacio que se supone se iba a llenar», resalta. Figuras religiosas en el mundo reaccionaron negativamente e incluso criticaron lo dicho por Francisco en playa Lobito. No se estaba poniendo en el lugar de las víctimas, dijeron. Y de allí el impacto que tuvo en el futuro de su pontificado.
El perdón
El episodio desató una serie de reacciones que llevaron al Papa a pedir perdón públicamente, reconocer su error y convocar a todos los obispos chilenos a Roma. Guillermo Calderón, profesor de la Escuela Eclesiástica de Teología de la Universidad Católica de Valparaíso, piensa que el cambio de postura del Papa fue una forma de reparar, al menos simbólicamente, el daño causado. «Reconoció públicamente que había cometido un error y pidió perdón, algo que no es común a ese nivel jerárquico en la iglesia. Esto fue un mensaje fuerte sobre la importancia de escuchar a las víctimas y no minimizar su experiencia. Francisco mostró una capacidad poco común de autocrítica, reconociendo que incluso el Papa puede equivocarse cuando no se escuchan todas las voces», destaca.