¿Le vinieron ganas de incursionar en una fiesta swinger? Lea atentamente sus reglas

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Códigos de una práctica que se concentra en eventos privados

El consentimiento es fundamental al momento de interactuar en el terreno del intercambio de parejas.

La casa tomada en Vitacura que fue desalojada por la fuerza pública funcionaba como sede de, al menos, una fiesta swinger, práctica que en nuestro país se da en espacios reducidos y a través de convocatorias que circulan por redes sociales.
Según la plataforma LC Entertainment -una multinacional de citas con sede en Estonia-, el estilo de vida swinger «es una práctica consensuada y no monógama en la que individuos o parejas mantienen relaciones sexuales o románticas con otras personas fuera de su relación principal».
El origen
 
El surgimiento de este intercambio de parejas se registró en los años cuarenta, cuando Estados Unidos, en medio de la Segunda Guerra Mundial, enviaba millares de hombres al conflicto y las mujeres ingresaban en masa al mundo laboral trabajando en la industria militar. Con la música swing de moda y al son de las grandes bandas de Benny Goodman y Glenn Miller, las fiestas en casa se hacían con más mujeres que hombres: una cosa llevó a la otra y tras la música y la abstinencia prolongada de esposas con sus maridos peleando en Europa y Japón, el sexo llegó en forma de intercambios. Surgieron las fiestas swinger, en honor a ese momento y a esa música. Pero en los sesenta, la práctica se refinó en los mismos cuarteles: cuando militares eran destinados a lugares alejados por largos periodos, consentían que sus esposas concertaran encuentros sexuales con colegas uniformados y así evitar infidelidades con desconocidos. Un factor relevante fue el impulso que los hippies le dieron a la práctica poliamorosa.
Ser swinger
Si bien, en un comienzo fueron convocatorias privadas y discretas, en la actualidad se promocionan fiestas y encuentros en espacios colectivos, aunque con la condición de mantener la reserva y cumplir determinados requisitos. Uno de los oferentes activos es Secrets.cl, agencia que organiza eventos de intercambio de pareja que exige «el estricto respeto hacia los invitados y nuestro staff. Nadie se debe sentir obligado a nada y todas las situaciones deben fluir sin presión alguna. Todas las parejas deben ingresar y retirarse juntas del evento».
Reglas
A.»Siempre se debe mantener el estricto respeto a hacia los invitados y nuestro staff», dicen de secrets.cl. Si bien habrá sexo, los excesos y las faltas de educación, o personas insultando o peleando, son invitadas a salir del recinto.
B. «Nadie se debe sentir obligado a nada y todas las situaciones deben fluir sin presión alguna», explican. El que quiere, quiere, y el que no desea alguna actividad, simplemente dice que no.
C. «Todas las parejas deben ingresar y retirarse juntas del evento y de esta misma manera deberán acceder a los play room», dice la productora.
D. «Nadie debe ni puede forzar a otra persona a algún acto. Todo debe suceder en mutuo acuerdo. Toda interacción se debe dar de manera consensuada, espontánea y natural. Ante una mínima sensación de rechazo o expresión de incomodidad es importante no insistir, abandonar la intención inicial y salir de esa situación, acto o lugar», detalla.
E. Otra cosa prohibida es tomar fotografías para «respetar y velar por el anonimato y privacidad de todos nuestros integrantes».
¿Lugares?
 
La oferta de encuentros swinger en nuestro país se concentra en sitios como Locanto.cl, especializado en anuncios clasificados (https://acortar.link/RdizLK). «Al inicio hacemos temáticas y juegos entre los asistentes para que se conozcan, ahí tú decides si quieres solo mirar, solo tocar o participar», explica Betzabe, organizadora de fiestas swinger en las regiones de Coquimbo, OHiggins y Maule. Hay otros lugares establecidos en Santiago, donde las parejas se juntan, aunque manejan la información entre las personas que van.
Parejas y terceros
En el universo swinger se establecen dos tipos de contactos, que se diferencian en el nivel de intimidad que las parejas establecen. Además, existe otra categoría llamada terceros y se trata de personas solas que tienen acceso a un espacio común.
Testigo
El periodista Roka Valbuena Yáñez realizó un reportaje vivencial en un recinto swinger en Buenos Aires, al que accedió haciéndose pasar por un participante. «Recuerdo que era una cosa medio decadente. Había una especie de reglamento, pero no muy elaborado. Si a alguien no le gustaba una situación determinada, como por ejemplo un acercamiento físico, podía decir algo así como pausa, no recuerdo si esa era la palabra. El otro u otra se debía retirar al instante», explica.
A Valbuena le quedó en su memoria la atmósfera precaria. «Al menos así era el lugar donde estuve. Había mucho morbo, mucho calentón básico, mucho galán con falopa, mucha pieza oscura. Era más una orgía que algo swinger. Había fisgoneo y otros iban de cabeza a la acción. Al menos, al lugar que fui no había reglamento de ropa. Entrabas a un bar, luego a un salón oscuro y ahí era Sodoma y Gomorra», refiere el periodista que publicó su trabajo en la revista colombiana «Soho».
«Sociosexualidad»
Desde una perspectiva evolutiva, Maria Teresa Barbato, bióloga experta en emparejamiento humano, apunta que «el humano siempre puede ampliar o reducir su sociosexualidad. En estos casos swinger, la sexualidad se explora de manera controlada mediante normas sociales, rituales, fiestas o incluso el uso de estupefacientes. Estas prácticas permiten a algunos individuos ser parte y, en ciertos contextos, monopolizar el recurso sexual, en lugar de dejarlo al azar del mercado y correr el riesgo de perder a la pareja».
Fantasías
 

La investigadora asociada de la Usach asegura que «la fantasía sexual no siempre se traduce en un comportamiento real. Sin embargo, en la actualidad muchas de estas fantasías pueden realizarse, aunque no sin ciertos costos. Algunas fantasías resultan más caras que otras porque implica romper códigos de moralidad o desafiar los juicios sociales establecidos. En este sentido, la realización de una fantasía no sólo depende del deseo, sino también del contexto cultural y social que la rodea».

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