El reality de Canal 13 debuta el 1 de junio tras la final de Palabra de honor
La trastienda del reality arroja al primer villano e inesperados coqueteos. Uno involucra a Yuhui Lee.
Llevan una semana de grabación en la casona de Lima, Perú, y los lazos, la mala onda, los coqueteos propios del formato se están cocinando con llama alta. El reality «Mundos opuestos» parte el 1 de junio en Canal 13 (tras la final de «Palabra de honor»), pero ya se sabe que entre los 20 participantes algunos personajes ya se han transformado en los líderes de las tramas como es el caso de Leonardo Vallana, conocido como «Princeso» en Instagram, Juan Pedro Verdier y Marlen Olivari.
Sin miedo. Marlen Olivari es una de las maduras del grupo. Con 50 años se atrevió a entrar al reality y someterse a arduas competencias. Aunque no es la más avezada, es ahí donde la showoman ha desatado toda su garra. Hasta ahora han tenido que escalar estructuras de tres metros y Marlen ha respondido entre los aplausos de sus compañeros. Otra faceta ha sido su buena onda. Relajada, y con un cariz maternal, ha hecho buenas migas con los más jóvenes, como la cantante argentina Flor Vigna.
Nicolás Gorbán, director de campo de «Mundos opuestos», comenta que «Marlen es muy querida dentro de la casa. Los hace vivir a todos una experiencia muy graciosa, simpática. Los alegra y los hace reír. Se le ve tranquila y relajada. y destaca por lo aguerrida que ha sido en competencia, sin miedo a nada».
Nadie lo pasa. Si en el «Mundos opuestos» de 2012 debutó Juan «Chispa» Lacassie como el antagonista del encierro. Este remake también tiene el suyo. Se trata de Leonardo Vallana, más conocido como «Princeso» por su participación en el programa «La Vega», de TVN, en 2016. Ahí mostró un carácter perezoso y polémico que ahora está llegando a niveles extremos. Sus compañeros lo acusan de «flojo» y se ha peleado con todos, sin excepción. «En estos primeros días Princeso, sin duda, se ha robado el protagonismo por lo conflictivo con todos y se ha planteado como el villano», confidencia Marcos Gorbán, productor ejecutivo de «MO». Esto lo corrobora Nicolás Gorbán: «Como estamos recién partiendo hay mucha buena onda entre todos. Diría que todos son amigos entre sí, pero todos enemigos de Princeso».
El profundo. Juan Pedro Verdier, declaró antes de entrar al reality, que este encierro lo pillaba en un momento muy completo y de calma, pese a su separación con Karen Paola Bejarano. En su primera semana, el uruguayo ha brindado frases de apoyo y profundidad a los demás participantes. El director de campo del reality respalda esta idea: «Juan Pedro parece ser la voz de la sabiduría. Se encuentra en una etapa de madurez, muy zen y termina siendo siempre el consejero de sus compañeros».
Los secos. Uno que entró con fichas de competidor nato, escritas en su trayectoria como futbolista, es Daúd Gazale. El exdelantero de Huachipato ya pinta como el líder de la casa de Perú. En esta línea lo acompaña Joche Bibbó, quien, como ya conoce los tejes manejes de la telerrealidad, gracias a su paso por el primer «Mundos opuestos», da las directrices a sus colegas. «Daúd se ubica como un líder en la organización y la estrategia de su equipo y Joche lo acompaña porque tiene claras las experiencias que vivió en el reality anterior», complementa Nicolás Gorbán.
Cariñosos. En este tipo de programas, el coqueteo es a lo primero que algunos participantes le echan mano. La necesidad de amor hace lo suyo y, bueno, la figuración, también.
En este «Mundos opuestos» ya se perfilaron los coquetos: Diego Venegas, conocido por sus atributos físicos, ganados en el mundo fitness, está haciendo furor entre las chicas de la casona. Además en las competencias es hábil. «Ha sido una revelación. No sólo porque lo hemos visto como un gran deportista, sino que también porque se ha mostrado dispuesto a coquetear con varias», añade el productor ejecutivo. Eskarcita Gálvez (exparticipante del primer «Gran hermano») también le echó el ojo a un compañero musculoso. Yuhui Lee, sin esperarlo, está siendo cortejado por una sureña participante. Él se deja querer.