Salió a caminar y un sujetó lo golpeó repentinamente
El periodista, de 76 años, propone dos cambios para mejorar el entorno del sector.
Héctor Velis-Meza cumplió 76 años el sábado y en los últimos días no ha podido desconectarse mucho de sus redes sociales, porque los mensajes a su Instagram no han parado de llegar desde que escribió un posteo desahogándose.
El periodista cuenta que cuando lo escribió sentía rabia. Recién había vuelto a su departamento, después de intentar dar una caminata por el barrio Lastarria, donde vive hace 45 años, y la frustración lo hizo sentarse frente a su computador.
Allí contó que a las 8 pm había salido a caminar cuando repentinamente apareció un sujeto y lo agredió. «Me dio un golpe en el pecho», relata Velis-Meza, quien estaba en Victoria Subercaseaux con Padre Luis de Valdivia.
«Trato de caminar todos los días un rato por el barrio, porque me lo recomendó mi doctor, pero nunca me había pasado nada», dice.
Él cree que su agresor vive en la calle y que estaba drogado, ebrio o ambas. El sujeto le vociferó algunas cosas y se fue.
Aún desconcertado y atemorizado, partió hacia Lastarria, con la intención de contarle lo ocurrido a un guardia, pero no halló ninguno: «Lo único que encontré fueron decenas de ambulantes», describió en su posteo.
Ese día comentó que nunca más podría caminar por su «querido barrio», ya que «el miedo cuando se instala llega para quedarse».
Velis-Meza está sorprendido con el apoyo y los mensajes que ha recibido. Ha sido tanto, dice, que decidió echar marcha atrás a su decisión.
«Mucha gente me pidió que no me encerrara. Incluso me han ofrecido acompañarme en las caminatas o me han dicho que me compre un perro y salga con él. Les encontré razón, no puedo encerrarme», dice el también escritor, que ya retomó su rutina.
Pero espera que algunas cosas cambien, porque no tiene la intención de cambiarse de casa. «Me duele el alma si tengo que irme de aquí. No vaya a ser que me vaya y me muera de pena».
¿Qué le gustaría que cambiara, Héctor?
«Creo que pequeñas cosas podrían ayudar. El cerro Santa Lucía lo enrejaron hace un tiempo, hay seguridad y no pasa nada, pero en un sector por el costado hacia Victoria Subercaseaux la reja quedó muy arriba. Abajo de ella se instalan personas a vivir. Si bajaran la reja, esas personas ya no podrían acceder ahí».
¿Alguna otra propuesta?
«En la mañana no hay comercio ambulante en el barrio, pero se van los guardias y a las 7.00 – 7.30 pm llegan a instalarse. Ellos podrían empezar a trabajar más tarde y así también podrían quedarse hasta más tarde. En el barrio vive mucha gente de edad, pero esos vendedores llegan a vender sus cosas a la gente que visita el barrio en la tarde y noche, a los que vienen a tomarse un café o a comer».
El desafío
Arturo Urrutia, director de Seguridad de la Municipalidad de Santiago, dice que Lastarria es «uno de los barrios en que hemos puesto especial atención durante estos meses de gestión del alcalde Mario Desbordes, justamente por su importancia turística, cultural y comercial».
¿Qué se ha hecho ante la presencia de comercio ambulante?
«Hemos aumentado el número de agentes de copamiento y la extensión horaria del servicio para mantener despejadas las calles e impedir la instalación de vendedores permanentemente. Sin embargo, hay oportunidades en que por circunstancias especiales debemos redistribuir el contingente hacia otras zonas del casco histórico que lo necesitan. Sabemos que cuando los equipos se retiran, los comerciantes vuelven a instalarse, por lo que la labor es muy desafiante».
¿Y qué se puede hacer con las personas que viven en la calle?
«La presencia de personas en situación de calle no es un fenómeno nuevo en Santiago, y Lastarria no es la excepción. Junto al Departamento de Aseo realizamos recorridos diarios para retirar enseres y estructuras que se levantan en el espacio público. El problema es que muchas veces algunos vecinos dejan colchones y muebles en la vía pública, lo que facilita que se vuelvan a instalar. Retiramos un ruco en la mañana y probablemente al final del día vuelva a levantarse, lo que genera impactos negativos en los residentes y entre quienes visitan el barrio».
Desde diciembre a la fecha, el municipio ha retirado 290 rucos en el área del Parque Forestal, Santa Lucía y casco histórico.