Santiago chochea hablando de su hijo de 3 años y aún lamenta la muerte de su nieto
Cuenta que se preocupó de desalentar a sus hijos mayores para que no estudiaran periodismo. Los sueldos son malos se trabaja muchas horas, explica.
Santiago Pavlovic, 63 años, 40 dedicado al periodismo, rostro emblemático de «Informe especial» e icono de la imagen del reportero aguerrido, que transmite desde el campo de batalla, en el fondo es un hombre sensible.
Él mismo lo destaca a propósito de las parodias de las que ha sido objeto y de cuando se ríen del énfasis que pone cuando habla con voz profunda del «submundo de…» en el programa de TVN. «Tengo buen humor, pero puede que me ofusque un poco cuando noto cierta mala intención y ganas de agredirme. Porque yo, contrario a lo que la gente pueda pensar, soy bastante sensible también. Tal vez me lo guardo, pero soy sensible», repite en su oficina de TVN.
El próximo miércoles, se estrena una nueva temporada de «Informe especial» y Pavlovic promete «un periodismo de cierta calidad y vigilante». Con una facilidad para hablar envidiable, destaca que el programa «busca generar una reflexión crítica en la gente sobre lo que pasa en el país y el mundo».
-¿Sigues sintiendo ganas de andar reporteando entre medio de las balas?
-Sí, me encanta, jajajá. Hay una cosa de adrenalina, pero también las ganas de contar desde mi visión monocular chilena lo que he visto. También me interesa mostrar esas imágenes de horror para que en Chile no se produzcan nunca más imágenes tan horrorosas como las que vimos después del golpe. Me gusta contar que esa violencia no sirve para resolver los conflictos, sino que el diálogo es la única forma de entenderse en nuestra democracia occidental.
Suena su celular y el ringtone es una grabación de su hijo menor cantando. Se llama Santiago también y admite que siente «una chochera absoluta por él». «Curiosamente nació el mismo día que uno de mis nietos, el 25 de enero del 2007. El mío nació más temprano y el de ella (Danitza, casada con Cristián Warnken) en la tarde. Fue divertido, porque mi mamá conoció en la mañana a su nieto y en la tarde a su bisnieto», recuerda y agrega: «Ahora estamos esperando la llegada de nuestro próximo nietecillo. Mi hija se ha dedicado a conejear… Este es su cuarto hijo, hay uno que se murió, ¿te acuerdas que se murió uno en la piscina?».
-Sí, se llamaba Clemente.
-Sí. Esa mañana (del 24 de diciembre del 2007) fui a Puchuncaví a encontrarme con mi madre y cuando me enteré me volví soplado a Santiago. Llegué a la pequeña morgue que tiene la Clínica Las Condes y te juro que fue espantoso, porque el niño parecía que estaba vivo, parecía que estaba durmiendo… Era una cuestión tremenda y yo nunca había visto sufrir a mi hija antes. Ella tuvo una buena infancia, viajó, ganó un concurso de modelos, estudió en la universidad. Nunca la había visto sufrir tanto y yo tampoco nunca había sentido un dolor tan grande como cuando murió Clemente. Es como si te abrieran la guata con un yatagán. Es atroz.
Pavlovic hace una pausa y cambia de tema. Cuenta que ninguno de los cuatro hijos que tuvo en su primer matrimonio siguió sus pasos en el periodismo. «Los desalenté para que no estudiaran periodismo. En ese tiempo yo no sabía cuánto iba a durar la administración militar, no había muchos medios de comunicación, los sueldos eran malos y siguen así, se trabaja muchas horas, hay que hacer turnos. A mí me gusta, lo paso bien, he podido viajar por todo el mundo, pero no todos tienen la misma posibilidad», explica.
-¿Y Santiago?
-Tengo la esperanza que se vaya por el lado del arte. Y siento que tiene aptitudes. Le encanta cantar y no tengo problemas si se va por el lado del arte popular. En eso no hago distinciones. Me gusta la música culta, pero adoro la diversidad, creo que nos hace bien como país.
-¿Le fomentas el lado artístico?
-Sí, claro. Mis hijos mayores estudiaron en el San Ignacio, pero con Santiago hicimos una excepción. Mi pareja nació en Canadá. Ella es una periodista hija de chilena con egipcio, una mezcla rara, jajajá, pero como habla francés, quiso que nuestro hijo también y lo inscribimos en la Alianza Francesa. Vamos a ver qué pasa.
-Nunca había sentido un dolor tan grande como cuando murió Clemente Santiago Pavlovic