Inauguraron cuatro locales en cinco meses y piensan sumar dos más a fin de año
En tiempos de vacas flacas optó por un local que tiene como estrategia ofrecer precios muy bajos.
Orellana tiene experiencia en el rubro gastronómico, tras haber crecido trabajando en la cocina. Luego de la muerte de su padre heredó el icónico local de sándwiches de La Vega «Donde el Nano», que también abrió otra sede. Pero además, domina las redes sociales: para su restobar inició una campaña de marketing con varios influencers, destacándose especialmente por los bajos precios. El schop de medio litro cuesta $2.490, acompañado de una michelada de autor gratuita, con 17 combinaciones a elección. En tiempos de vacas flacas, eso prendió.
De momento, todo se ha sostenido entre Orellana y su socio, pero para continuar abriendo locales están buscando nuevos interesados. «Queremos aprovechar este boom y el impacto que ya está teniendo la marca». Eso sí, el negocio sólo funciona si el volumen de clientes es alto, al igual que la carga laboral. «Yo creo que habré tenido con suerte dos domingos de descanso desde que abrimos el primer local (…) Nosotros no somos unos magnates que invirtieron y pusieron un local, sino que estamos emprendiendo con lo que pudimos juntar».
Tiene 26 años, ¿no siente nervios de abrir tantos locales tan rápido?
«Más que nervios, expectativas y ganas de seguir abriendo locales, aprovechando este boom. Nosotros estamos en la marcha todavía, aprendiendo mucho, tratando de construir una cadena. Ha sido harta la confianza que hemos puesto en esto (…) No queremos ser de esas típicas cadenas que, después de pegar, empiezan a subir los precios como locos. Nosotros realmente tenemos un concepto: empatizamos con la gente».
Con completos por $2.490 y micheladas bajo los $3.000, ¿cuánto están ganando por ventas?
«Pocazo. Nosotros solamente nos mantenemos por cantidad. Si no llegáramos al volumen actual, no nos daría. Es que si vas a otros locales, tu ticket promedio, independiente del barrio, está siendo de 15 lucas. En cambio, acá un completo y una michelada te pueden salir por menos de cinco lucas. Creo que somos el restobar más barato de todo Chile».
¿Tanto así?
«¿A qué lugar vas y compras un schop con michelada gratis por $2.490? Ni siquiera es solo michelada con sal, limón y merkén; también son con clamato, tajín, salsa de tomate casera, o pulpas de mango y maracuyá. Nosotros trabajamos únicamente con limón natural, no sucedáneos. Vamos a Purranque a buscar los bins de limón; encontramos una proveedora allá y estamos yendo cuatro o cinco días a la semana a traerlos. El trabajo detrás es gigante».
¿Están obteniendo buenos márgenes?
«Todo se reinvierte. Cuando vimos que el local le estaba dando el palo al gato, pensamos que la única manera de seguir era crecer. Estamos comprando casi al día o a la semana para ajustarnos a los costos, pero hemos sabido mantener los números al margen y abrir más locales. Nica me hago un sueldo; me mantengo para vivir».
Como cliente, uno podría pensar que si algo es muy barato no es muy bueno.¿Cómo se hace el balance con eso?
«Vamos por diferentes etapas de marketing. La primera ha sido, y en la que estamos, hacerle entender a la gente que tenemos productos muy económicos, para que empiecen a conocernos y se potencie el tema de la michelada gratis. Una vez que la gente venga y se dé cuenta de que, además de barato, es bueno, empezaremos a potenciar en redes la calidad de la carta y a reforzar que queremos seguir manteniendo precios bajos».
¿Cómo ven la proyección para abrir locales en los sectores del oriente de la capital?
«Abrir locales en Ñuñoa y Providencia ha sido mucho mejor de lo que esperábamos. Hemos tenido muy buena aceptación, así que luego nos vamos a lanzar con un local en el sector oriente y en otros sectores. Pero eso será una vez que tengamos lista la carta más definitiva, aunque siempre manteniendo nuestra visión de precios económicos».